En los últimos años, la energía solar ha ido cobrando cada vez más importancia por ser una alternativa más limpia y respetuosa con el medio ambiente. Además de suponer un gran ahorro económico, motivo por el que muchas personas han decidido pasarse al autoconsumo.

El caso es que a la hora de hacer una inversión de este tipo, en el mercado encontramos dos tipos de tecnologías. Las dos generan energía a través de los rayos del sol, pero lo cierto es que son muy distintas. A continuación te explicamos cuál es la diferencia entre la energía solar térmica y la fotovoltaica.

Diferencia entre energía solar térmica y fotovoltaica

A grandes rasgos, la energía fotovoltaica es más moderna que la termosolar y su tecnología es más compleja. Por un lado, necesita semiconductores de silicio en las placas solares, que son las que se ocupan de producir la electricidad al ponerse en contacto con los fotones. Y, por otro, la corriente que se genera es directa, por lo que es necesario contar con uno o varios inversores que la transformen en energía alterna, es que la forma en la que se consume de manera más habitual en negocios y viviendas particulares.

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No obstante, aunque se trata de un sistema más complejo, todo apunta a que los equipos fotovoltaicos terminarán imponiéndose a la energía solar térmica, incluso en el calentamiento de agua. ¿Quieres saber por qué?

Versatilidad

Una de las ventajas más evidentes de los kits solares sobre la energía termosolar es su versatilidad, ya que tienen numerosas aplicaciones más allá de calentar agua o alimentar sistemas de climatización, como la iluminación de edificios, alimentar todo tipo de electrodomésticos o cargar vehículos eléctricos.

Eficacia

Los sistemas de energía solar térmica son más eficaces al capturar los rayos del sol, alcanzando coeficientes de entre el 80% y el 90%. Además, se puede generar agua caliente incluso en días fríos o nublados. No obstante, poco a poco están saliendo equipos fotovoltaicos cuya capacidad se va equiparando a la de los sistemas solares térmicos

Durabilidad

Los sistemas fotovoltaicos duran más, contando con una garantía de entre 10 y 12 años y pudiendo llegar a los 25 años de vida. En cambio, la garantía de los sistemas termosolares rara vez supera los 5-10 años de garantía. Eso sí, para ello, es necesario hacer una inversión mayor en baterías y dispositivos de control de consumo inteligentes.

Mantenimiento

Los sistemas fotovoltaicos no cuentan con componentes móviles, por lo que no requieren de mucho mantenimiento más allá de la revisión anual marcada por la normativa actual. Además, muchos equipos pueden ya monitorizarse de forma remota con el móvil para comprobar si hay algún fallo. En cambio, el mantenimiento de los sistemas termosolares es más complejo, sobre todo los equipos que poseen bombas hidráulicas.

Espacio de instalación

Aunque pueda parecer un factor menos relevante, es importante tenerlo en cuenta. Los sistemas de energía termosolar suelen ser menos voluminosos, por lo que requieren de menos espacio que los fotovoltaicos.

Precio

Obviamente, el precio de los equipos fotovoltaicos es más elevado porque ofrecen más usos, una vida útil más larga y menos problemas de mantenimiento. Mientras que un sistema termosolar oscila entre los 2.000 y los 4.000 euros, uno fotovoltaico suele variar entre los 4.000 y los 7.000 euros.

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