La energía solar fotovoltaica se ha convertido en una de las más importantes en el cuidado del medio ambiente. Y es que, además de ser renovable, es limpia, por lo que no contamina en su proceso de producción. Se obtiene a través de la energía directa del sol y se emplea directamente para alimentar nuestros electrodomésticos y producir agua caliente, por ejemplo.

Esto hace que sea una opción cada día más atractiva para todas aquellas personas que quieran contribuir con un desarrollo sostenible de nuestro planeta. Pero además, la gran inversión a realizar se ve recompensada por el considerable ahorro en la factura de la luz. Pero, ¿sabes cómo funciona?

Energía fotovoltaica: ¿cómo funciona?

Seguro que cuando piensas en energía solar, lo primero que se te viene a la mente son las placas solares. Paneles compuestos por módulos que, a su vez, están formados por células fotovoltaicas de sicilio, que son las encargadas de capturar la radiación solar. La luz del sol índice en las células del panel, dando lugar a un campo de electricidad entre las capas y generando un circuito eléctrico. Cuanta más intensa sea la luz, mayor será el flujo eléctrico.

Las células solares fotovoltaicas convencionales, generalmente, son fabricadas con sicilio, ya que este material hace que sean más eficientes, logrando rendimientos medios de entre el 14% y el 17%. Eso sí, su precio también es más alto.

Para los sistemas de concentración, normalmente, se emplean materiales que forman multiuniones, aumentando considerablemente el rendimiento y alcanzando valores de entre el 25% y el 30%. No obstante, se continúa investigando con el objetivo de reducir los costes de producción y conseguir que la versatilidad de los módulos sea todavía mayor.

Una vez que los rayos del sol son capturados por las células fotovoltaicas, la energía solar es transformada en electricidad en forma de corriente continua, convirtiéndose en corriente alterna para ser usada en los dispositivos electrónicos de nuestras viviendas. La corriente alterna pasar por un contador y desde ahí se inyecta a la red general. Gracias a ello, puede transformarse en electricidad para su consumo. El componente que se ocupa de este proceso de transformación es el inversor, que además controla la uniformidad y la calidad de la señal cuando se vierte energía a la red eléctrica.

¿Cómo puede usarse la energía solar?

La electricidad procedente de la energía solar puede tener distintas aplicaciones, entre las que destacan las siguientes:

  • Instalaciones conectadas a la red: la electricidad producida por instalación fotovoltaica puede vertirse a la red eléctrica como su fuéramos productores de energías. Por un lado, estaremos consumiendo la energía que generamos y, por otro, vendemos el excedente. Este tipo de equipos cuentan con contadores para medir la energía generada y vertida a la red.

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  • Instalación aislada sin acceso a la red: este tipo de sistemas son muy interesantes para aquellas zonas en las que es complicado llevar el tendido eléctrico, como núcleos rurales o zonas de campo muy aisladas. Con lo cual, la electricidad generada se dedica exclusivamente al autoconsumo.
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